En la justicia no hay lugar para curvas de aprendizaje

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Mónica Calles Miramontes

en la justicia no hay lugar para curvas de aprendizaje

Apenas hace un par de semanas que iniciaron funciones los jueces, magistrados y ministros del bienestar; los que llegaron de la fraudulenta elección que despreció la preparación profesional para premiar la subordinación a un partido.

En una absurda reforma cambiaron los exámenes de conocimiento por cartas de vecinos, la valoración curricular por una tómbola, la experiencia jurisdiccional por bailes en TikTok. ¡Era lógico! Nada bueno saldría de eso.

Desde el primer día se viralizaron en redes sociales fragmentos de audiencias públicas de juzgados y tribunales donde se evidencia la falta de preparación y experiencia.

Recientemente el diputado Ricardo Monreal admitió lo que ocurre, pero intentó minimizar su impacto, diciendo que se trata de un “proceso de formación”. A menos que crea que a los tribunales los jueces llegaron para formarse en Derecho, no es explicable su posición.

Lo que hemos visto no son errores de protocolos o propios de una actividad nueva. Lo que se ha puesto en evidencia es que hoy son juzgadores personas que no conocen las cuestiones más elementales del Derecho y de nuestro sistema jurídico.

Esto es muy grave y alarmante, porque son esas personas a quienes se les confirió el poder y la responsabilidad para decidir sobre la libertad, el patrimonio, la salud, la custodia de menores, entre otros bienes preciados.

Lamentablemente, si pensábamos que lo que vimos en audiencias de tribunales y juzgados era grave, es peor cuando observamos la actuación de los ministros de la Suprema Corte.

A la Suprema Corte se le conoce también como el Alto Tribunal, no sólo por ser el órgano cúspide del Poder Judicial de la Federación, sino también porque sus integrantes son reconocidos juristas por su trayectoria jurisdiccional o académica, incluso a veces por ambas cosas.

Sin embargo, hoy nuestra Alta Corte se ha transformado en un pequeño teatro de ocurrencias jurídicas, compuesto, en su gran mayoría, por actores sin trayectoria jurisdiccional ni trayectoria académica.

Es como si un hospital de alta especialidad en lugar de tener a los mejores médicos especialistas tuviera solo a pasantes de Medicina. Es como dejar que una operación a corazón abierto la hiciera un estudiante de medicina de primer año. Así de grave la situación.

Nuestra Suprema Corte se merecía tener auténticos juristas altamente preparados. México tiene grandes abogados de sobra, pero se optó por la ignorancia y el servilismo, personas carentes del mínimo conocimiento sobre la función que desempeña un tribunal constitucional.

Los ministros del bienestar desconocen lo más básico sobre las controversias y acciones de inconstitucionalidad o el juicio de amparo, así como el impacto en los derechos de las personas, cuando ellos deberían de ser los grandes especialistas.

Nuestra justicia constitucional está en manos de la ignorancia y no hay nadie que ampare a nuestro México de la curva de aprendizaje.